Nuevo giro de la reforma tributaria

La administración abandona su propuesta ‘liviana’ y retoma la original, advirtiendo la posibilidad de que sea más severa. El problema del déficit, uno de los principales cuando comenzó la administración actual, no quedará resuelto. Las circunstancias no le auguran utilidad a los ajustes tributarios “livianos” propuestos por el gobierno luego de constatar el fracaso de sus mayores ambiciones. Por eso, retoma la propuesta original y advierte la posibilidad de que sea más severa, con posibilidades de un impuesto al valor agregado del 15% y dos escalas adicionales para gravar hasta con 25% los salarios altos, hoy sujetos, como máximo, a un gravamen del 15%.

El Ministerio de Hacienda, preocupado por el constante deterioro de las finanzas públicas, advierte la posibilidad de ajustes todavía más severos si las medidas correctivas no se aplican a tiempo. La administración no exagera los peligros, pero insiste en limitar las soluciones.

El aumento de impuestos planteado en la actualidad es insuficiente. Por eso, dice el gobierno, es necesario incrementar su severidad y mejor hacerlo rápido porque, de lo contrario, las tasas serán todavía más elevadas. Al parecer, el discurso parte de la creencia en una capacidad tributaria ilimitada. Si hacen falta más recursos, la exacción será mayor y punto.

Por ningún lado aparece la idea de hacer ajustes significativos en el gasto público. La búsqueda del equilibrio fiscal por una sola vía es una constante de la gestión legislativa del gobierno. Hacienda se ha visto obligada a restringir egresos, pero los disparadores estructurales del gasto no han merecido su atención. En esa materia, las limitadas y contradictorias propuestas no han pasado del gesto.

La insistencia en transitar hacia el equilibrio por una sola vía impidió el avance de los planteamientos anteriores. La oposición siempre hizo hincapié en la necesidad de ampliar

Abrir los ojos en la Corte

Huelga en la Corte

Endeudamiento público en el exterior

Por eso es difícil interpretar la renuncia a impulsar la reforma “liviana” para sustituirla por una propuesta más severa. Si la primera no fue posible, la segunda tiene todavía menos esperanza, porque no satisface la exigencia de hablar del gasto y, además, está demasiado cerca de las elecciones.

Los candidatos de la Unidad Socialcristiana, Liberación Nacional y el Movimiento Libertario, cuyo peso conjunto en la Asamblea Legislativa basta para asegurar el naufragio del planteamiento gubernamental, no tardaron en manifestar su desacuerdo, seguramente sin causar sorpresa al gobierno. Todos aludieron a la necesidad de enfrentar el gasto. Tampoco el del Frente Amplio se mostró entusiasmado porque su partido ve con recelo el aumento del impuesto al valor agregado.

El anuncio del Ministerio de Hacienda en realidad significa la admisión del fracaso, también, de la propuesta “liviana” y, si ninguno de los planteamientos ha de prosperar, mejor pronunciarse por el más radical para después argumentar que lo intentaron y advirtieron las consecuencias de no aprobar la reforma necesaria.

A estas alturas, el gobierno conoce la dificultad de lograr la aprobación de nuevos impuestos sin ofrecer un planteamiento convincente sobre el gasto. Ese ha sido el debate a lo largo de toda la administración. El novísimo planteamiento, ya en las postrimerías del periodo presidencial, no pasa de ser un gesto. El problema del déficit, uno de los principales cuando comenzó la administración actual, no queda resuelto y más bien se ha agravado hasta un punto alarmante. En esto último tiene razón Hacienda y su responsabilidad seguirá vigente más allá del próximo 8 de mayo. La impericia y falta de voluntad para negociar un acuerdo no pueden ser imputadas a terceros.

Fuente el financiero

Share This Post

Related Articles