El Colapso de la Caja: Escándalo, Corrupción y el Encarcelamiento de su Presidenta Ejecutiva

La Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS) atraviesa una grave crisis marcada por el escándalo de la adjudicación irregular de los Ebáis, lo que ha generado un colapso en su liderazgo. Tras una serie de intentos fallidos por reducir las listas de espera, el gobierno organizó un acto en el Estadio Nacional para anunciar una solución que pronto se desmoronó. Marta Esquivel Rodríguez, presidenta ejecutiva de la CCSS, fue destituida y encarcelada, acusada de corrupción tras mantener reuniones privadas con cooperativas involucradas en la adjudicación de los Ebáis. Este hecho intensificó la crisis institucional, donde más de 27 directivos han renunciado en los últimos dos años. La gestión de Esquivel fue duramente criticada por la falta de avances y la inestabilidad en la institución, que ha tenido siete coordinadores de la Unidad Técnica de Listas de Espera (UTLE) en dos años. Las denuncias de corrupción y la ineficacia en la gestión de los servicios de salud han dejado a la CCSS sumida en el caos, con una dirección interina y un panorama incierto.

Fuente La Nación

Luego de una serie de intentos fallidos por aparentar la existencia de un plan para reducir las listas de espera en la Caja Costarricense de Seguro Social (CCSS), el gobierno creyó oportuno anunciar una solución. Lo hizo a través de un acto solemne en el Estadio Nacional, donde difundió la «buena nueva». Sin embargo, antes de que el eco de los discursos se desvaneciera, el espejismo desapareció y, en su lugar, apareció el espectro del fracaso. La reciente conmoción por la adjudicación del manejo de 138 Equipos Básicos de Atención Integral en Salud (Ebáis) ha llevado a muchos a abandonar toda esperanza, como si hubiéramos cruzado el umbral del infierno descrito por Dante. No es que antes hubiera motivos sólidos para esperar una solución pronta. La Junta Directiva y la presidenta ejecutiva de la Caja no tienen una ruta clara, y ahora, ni siquiera tienen el control del timón. Ya es tarde para confiar en nuevos líderes.

En el centro de este escándalo se encuentra Marta Esquivel Rodríguez, quien asumió la presidencia ejecutiva de la CCSS con la promesa de modernizar la institución y resolver las largas listas de espera que afectan a miles de costarricenses. Sin embargo, desde su llegada al cargo, su gestión ha sido marcada por una serie de controversias y decisiones cuestionables que han deteriorado su credibilidad y liderazgo.

Uno de los puntos más críticos en su administración fue la adjudicación de los 138 Ebáis a cooperativas, un proceso que desde el inicio estuvo envuelto en sospechas de irregularidades. Según las denuncias, Esquivel Rodríguez mantuvo reuniones privadas con representantes de las cooperativas antes de que el proceso de adjudicación se formalizara, lo que generó dudas sobre la transparencia del proceso. Estas reuniones, sumadas a la falta de claridad en los criterios utilizados para la adjudicación, desataron un escándalo que no solo comprometió su gestión, sino también la confianza pública en la Caja.

A pesar de las denuncias y el creciente descontento, Esquivel Rodríguez intentó mantener su posición y justificó las adjudicaciones argumentando que se trataba de una medida necesaria para garantizar la continuidad de los servicios de salud. Sin embargo, las críticas continuaron escalando, especialmente después de que se revelara que la Junta Directiva de la CCSS no contaba con el cuórum adecuado al momento de tomar la decisión. Esta falta de transparencia y de formalidad legal en un asunto de tal magnitud amplificó el malestar entre los sectores políticos, sociales y de la misma institución.

El manejo ineficaz de la crisis por parte de Esquivel Rodríguez, sumado a su incapacidad para ofrecer soluciones concretas a la problemática de las listas de espera, aceleró su caída. En varias ocasiones, Esquivel trató de desviar la atención de su responsabilidad directa, argumentando que la situación de la Caja era producto de años de ineficiencia y mala administración anteriores. Sin embargo, sus propias decisiones contribuyeron a un clima de inestabilidad y desconfianza en la institución.

El colapso de su liderazgo se hizo evidente cuando varios miembros de la Junta Directiva presentaron su renuncia, criticando abiertamente la falta de una estrategia clara y los conflictos internos. Finalmente, bajo una creciente presión política y mediática, Marta Esquivel Rodríguez fue separada de su cargo, convirtiéndose en la última de una larga lista de presidentes ejecutivos que han pasado por la CCSS en los últimos años.

Su caída no terminó con su destitución. Marta Esquivel Rodríguez fue detenida y encarcelada debido a su presunta implicación en actos de corrupción relacionados con la adjudicación irregular de los contratos de los Ebáis. Las acusaciones apuntaban a tráfico de influencias y manejo indebido de fondos públicos, tras descubrirse que mantuvo reuniones privadas con representantes de cooperativas antes de la licitación oficial, lo que levantó serias sospechas de favoritismo. Además, se encontraron irregularidades en el proceso de evaluación de los contratos, lo que fortaleció las acusaciones en su contra.

Ante el peso de estas denuncias, las autoridades judiciales le impusieron prisión preventiva mientras se desarrolla el proceso judicial. Esta medida fue tomada para evitar que Esquivel pudiera influir en testigos, manipular pruebas o huir del país. Su encarcelamiento temporal es un símbolo del estado de descomposición de la CCSS y forma parte de una investigación más amplia sobre corrupción en instituciones públicas de Costa Rica.

Este escándalo es la cúspide de la inestabilidad irresponsable que ha plagado a la institución desde el inicio de la actual administración. En poco más de dos años, 27 miembros de la Junta Directiva han dejado sus cargos, sin contar a los tres involucrados en el conflicto actual, junto con la presidenta. La Caja ha cambiado de directivos con tal rapidez que el caso de los Ebáis ha involucrado a tres de ellos que ya no ocupan sus puestos.

El ritmo frenético de estos cambios impidió que la Directiva lograra sesionar con el cuórum completo al momento de adjudicar los contratos a las cooperativas. La sesión extraordinaria, celebrada un sábado, fue posible únicamente gracias a la figura legal del «funcionario de hecho», que se aplica para resolver asuntos urgentes.

Durante los últimos dos años, no solo no se ha avanzado en resolver las listas de espera, sino que también hemos visto pasar dos presidencias ejecutivas y siete coordinadores de la Unidad Técnica de Listas de Espera (UTLE), organismo encargado de encontrar una solución. En promedio, una persona nueva asume el cargo cada tres meses.

Las siete gerencias de la Caja han pasado por las manos de 15 funcionarios distintos, y la actual gerenta general interina también está entre los imputados en el caso de los Ebáis. En estas condiciones, es difícil imaginar a alguien realmente enfocado en reducir las listas de espera. Las consecuencias son devastadoras. La propia presidenta ejecutiva, antes de su destitución, exclamó: “¡No avanzamos y la gente se está muriendo!”. Ojalá surgiera alguna esperanza en medio de este caos, pero cuesta imaginar de dónde podría venir.

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