Cuando las empresas fracasan en su aprendizaje, aprenden a fracasar
San José, Costa Rica – En el mundo empresarial, el crecimiento acelerado sin un aprendizaje adecuado puede convertirse en una receta para el desastre. Un claro ejemplo de esto es el colapso de Northvolt, la empresa sueca de baterías para vehículos eléctricos, que pasó de ser una de las grandes promesas del sector a declararse en quiebra en noviembre pasado.
De la promesa al colapso
Northvolt parecía tener todos los elementos para triunfar: un mercado en crecimiento exponencial, una inversión inicial de $15.000 millones liderada por Goldman Sachs y Volkswagen, y el respaldo de expertos en la industria. Su equipo fundador, compuesto por exdirectivos de Tesla, tenía una sólida experiencia en la gestión de cadenas de suministro globales. Además, contaba con una ubicación estratégica en Suecia, con acceso a energía renovable y talento calificado.
Sin embargo, en su intento por expandirse rápidamente con proyectos en Canadá y Alemania, la compañía descuidó un elemento crucial: la integración eficiente de su red de proveedores. Según un informe del Financial Times, la planta principal en Skellefteå operaba a menos del 1% de su capacidad prevista. La incapacidad de cumplir con los contratos generó pérdidas millonarias y terminó por desestabilizar la empresa.
Las brechas de conocimiento: el factor olvidado
Uno de los principales errores de Northvolt fue subestimar los desafíos de integrar tecnologías y métodos de trabajo de distintos proveedores. Empresas chinas, japonesas y surcoreanas que nunca habían colaborado antes enfrentaron barreras idiomáticas y técnicas que impidieron una operación armoniosa.
El economista Ricardo Hausmann compara este problema con una orquesta: tener buenos músicos e instrumentos no garantiza una buena interpretación si no hay una integración eficiente entre los miembros. De la misma manera, el éxito de la implementación tecnológica no depende solo del capital financiero y material, sino también del aprendizaje y la adaptación de los equipos de trabajo.
El caso de Northvolt resalta la importancia de la gestión del conocimiento en las empresas. Si no se establecen procesos de aprendizaje organizacional, la falta de coordinación puede derivar en fallas operativas irreversibles.
Lecciones para la industria
Northvolt no es un caso aislado. Muchas empresas y gobiernos asumen que contar con recursos adecuados es suficiente para garantizar el éxito, sin considerar que la falta de un proceso estructurado de aprendizaje puede llevar a fracasos catastróficos.
Ejemplos como WeWork y Theranos muestran que incluso los proyectos con una visión innovadora pueden derrumbarse sin una cultura de aprendizaje continuo.
El caso de WeWork es particularmente revelador. La empresa, fundada en 2010, revolucionó el concepto de espacios de trabajo compartidos y atrajo inversiones millonarias, alcanzando una valoración de $47.000 millones en su punto máximo. Sin embargo, su rápida expansión no estuvo respaldada por un modelo financiero sostenible. Además, la gestión errática de su CEO, Adam Neumann, quien priorizó crecimiento acelerado sobre rentabilidad, derivó en una crisis de confianza entre los inversionistas. La fallida salida a bolsa en 2019 expuso graves problemas financieros y operativos, lo que llevó a la empresa a una reestructuración drástica y a la salida de su fundador.
Por su parte, Theranos, liderada por Elizabeth Holmes, prometió revolucionar la industria de los análisis de sangre con tecnología innovadora. Sin embargo, la empresa nunca logró desarrollar un producto viable. En lugar de reconocer y corregir sus errores, optó por ocultarlos, manipulando datos y engañando a inversores y reguladores. Finalmente, la compañía colapsó en 2018, y su fundadora fue declarada culpable de fraude.
Estos casos demuestran que el aprendizaje organizacional no solo es necesario para el crecimiento, sino que también es esencial para la sostenibilidad empresarial.
El mensaje es claro: antes de emprender estrategias ambiciosas de crecimiento, las empresas deben cerrar sus brechas de conocimiento. Sin el tiempo necesario para aprender, adaptarse y coordinar equipos, incluso los proyectos más prometedores pueden colapsar.
La pregunta que queda es: ¿están las empresas realmente aprendiendo lo suficiente para evitar estos errores?
Fuente: El Financiero
Jorge Gutierrez Guillen
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