El Destino y la Ilusión del Libre Albedrío: Reflexiones de Ramana Maharshi
Introducción
El concepto del destino y el libre albedrío ha sido debatido a lo largo de la historia de la filosofía y la espiritualidad. En esta reflexión, exploramos la enseñanza de Ramana Maharshi, un sabio indio, sobre la inevitabilidad de los acontecimientos y la verdadera naturaleza del ser.
Extracto del Texto
Ramana Maharshi, un maestro espiritual del siglo XX, afirmó:
«El Ordenador controla el destino de las almas de acuerdo con su prarabdhakarma (destino a ser trabajado en esta vida, resultado del balance de acciones en vidas pasadas). Lo que está destinado a no suceder, no sucederá, por más que lo intentes. Lo que está destinado a suceder, sucederá, hagas lo que hagas para evitarlo. Esto es seguro. Por lo tanto, el mejor camino es permanecer en silencio.»
Su mensaje no implica desesperanza, sino una invitación a comprender la ilusión del yo separado y a encontrar la paz a través de la aceptación y el reconocimiento de nuestra verdadera naturaleza.
Origen del Texto y Contexto
El texto proviene de los escritos de Ramana Maharshi, un maestro del Advaita Vedanta, nacido en 1879 y fallecido en 1950. Su filosofía está basada en la no-dualidad y la autoindagación. Este extracto fue tomado de sus enseñanzas registradas en conversaciones con sus seguidores y en sus propias escrituras.
¿Qué quiso decir Ramana Maharshi cuando dijo: «Lo que tiene que suceder, sucederá»?
Semanas después de experimentar un cambio espiritual a los 16 años, Ramana Maharshi fue a un sitio sagrado tradicional en Arunachala, India, donde vivió en varios lugares, incluidas algunas cuevas. Esto fue una sorpresa total para su familia, especialmente su madre. Cuando ella lo encontró, le pidió que regresara a casa, pero él permaneció en silencio. Más tarde, se le dio un papel y un lápiz para comunicarse. Entonces escribió:
«El Ordenador controla el destino de las almas de acuerdo con su prarabdhakarma (destino a ser trabajado en esta vida, resultado del balance de acciones en vidas pasadas). Lo que está destinado a no suceder, no sucederá, por más que lo intentes. Lo que está destinado a suceder, sucederá, hagas lo que hagas para evitarlo. Esto es seguro. Por lo tanto, el mejor camino es permanecer en silencio.»
- Esta cita no trata de desesperanza, sino de las enseñanzas de Ramana sobre la ley del karma, el libre albedrío y la entrega. La ley del karma se aplica a quienes se perciben como un «yo» separado (ego) y actúan en nombre de ese yo con la intención de beneficiarse personalmente de los resultados. Sin embargo, el yo separado es solo un pensamiento fugaz e intermitente (por ejemplo, «yo soy el hacedor, el disfrutador, el sufridor, el que toma decisiones, el pensador, etc.»), que surge cuando la mente organiza sus funciones. No controlamos ningún proceso biológico, químico o físico dentro del mecanismo del cuerpo-mente. Además, si pudiéramos elegir nuestros pensamientos, siempre elegiríamos aquellos alineados con la paz, la alegría y el amor. Pero no podemos.
- Según el Advaita (no dualidad), no hay un yo real, finito, separado e independiente, y nuestro sentido de libre albedrío, cuando se atribuye a ese yo separado, es una ilusión. Esta tradición espiritual, también conocida como el camino del conocimiento, se basa en escrituras canónicas como los Upanishads, el Bhagavad Gita y el Brahma Sutra. Afirma que cada uno de nosotros ya es y siempre será el único y puro ser (o conciencia) que existe: eterno (atemporal), infinito (sin dimensiones), indivisible, pacífico por naturaleza y absolutamente pleno. Como este puro ser (o conciencia), ya estamos y siempre estaremos libres de la ley del karma. Por lo tanto, podemos usar nuestro aparente libre albedrío para reconocer este puro ser (o conciencia) como nuestra verdadera naturaleza; está disponible para todos, en todas partes y siempre, para su reconocimiento directo y no objetivo.
- El puro ser (o conciencia) tiene muchos sinónimos, como pura consciencia, atman, brahman, sat-chit-ananda, Dios, verdadero yo, verdadera alma, paz pura, felicidad pura, alegría pura, etc. No tiene cualidad, forma, comienzo, fin ni dimensión. No actúa, vibra, desea ni tiene voluntad. Es auto-luminoso. Se es consciente de sí mismo siendo sí mismo. Posee un poder inherente (o actividad aparente) que proyecta el mundo en constante cambio (mentes, cuerpos, experiencias objetivas y otras cosas conocidas y desconocidas, incluyendo el tiempo y el espacio).
- El mundo parece surgir del puro ser (o conciencia), tomar una existencia aparente de él, ser conocido por él, desempeñar su papel dentro de él y, eventualmente, disolverse de nuevo en él. En otras palabras, el único y puro ser (o conciencia) se manifiesta a sí mismo en diferentes mentes (procesos de pensamiento, percepción, sentimiento, memoria, etc.), generando pensamientos, percepciones y recuerdos intermitentes. A través de estas mentes, el puro ser (o conciencia) experimenta su propio mundo en constante cambio; es, al mismo tiempo, uno con él y libre de él (o no afectado por sus manifestaciones aparentes).
- Para ilustrar este concepto, imagina una vasta pantalla consciente viendo una película proyectada sobre ella. En esta analogía, la vasta pantalla consciente representa el único y puro ser (o conciencia), mientras que la película simboliza el mundo proyectado por su propio poder inherente (o actividad aparente).
- Debido a las condiciones pasadas, la mente puede no conocer su verdadera naturaleza y puede creer y comportarse como si fuera un yo real, finito, separado e independiente. Como resultado, la mente siempre está en un estado de carencia, incompletitud, descontento, inseguridad, agitación y estrés, incluido el miedo a la muerte o a la desaparición. En otras palabras, la mente anhela regresar a su verdadera naturaleza: eterna (atemporal), infinita (sin dimensiones), indivisible, pacífica por naturaleza y absolutamente plena; sin embargo, no parece saber que ya es lo que anhela ser.
- Según el Advaita (no dualidad), esta aparente falta de conocimiento (o ignorancia) puede ser neutralizada (o disipada) mediante prácticas espirituales como la autoindagación, la contemplación y la permanencia en el ser. A medida que desaparece la aparente ignorancia (lo cual puede suceder gradualmente o de forma espontánea), el único y puro ser (o conciencia) se revela, haciendo posible reconocerlo (o tener vislumbres de él) como uno mismo. Entonces, se puede practicar sin sentido de hacedoría, descansando en o como (o rindiéndose a) el único y puro ser (o conciencia) que existe y manifestando naturalmente la paz inherente, la plenitud, la alegría o el amor a través de pensamientos, sentimientos y acciones en la vida cotidiana.
- El reconocimiento mencionado es similar al auto-reconocimiento: tú, como el único y puro ser (o conciencia), te reconoces a ti mismo siendo tú mismo. A diferencia de los eventos en el tiempo y el espacio, este auto-reconocimiento no puede ser medido, cuantificado ni estudiado objetivamente porque no hay dualidad sujeto-objeto.
Las palabras de Ramana Maharshi nos desafían a reconsiderar nuestra percepción de la vida y del control que creemos tener sobre los acontecimientos. Nos invita a trascender el apego al ego y a descubrir una paz inmutable en la conciencia pura.
Reflexionemos: ¿Realmente controlamos nuestro destino o somos testigos de un flujo mayor? La verdadera libertad podría residir no en resistir lo inevitable, sino en aceptarlo con serenidad.
Ramana Maharshi
Reflexión:
Las palabras de Ramana Maharshi nos desafían a reconsiderar nuestra percepción de la vida y del control que creemos tener sobre los acontecimientos. Nos invita a trascender el apego al ego y a descubrir una paz inmutable en la conciencia pura.
Reflexionemos: ¿Realmente controlamos nuestro destino o somos testigos de un flujo mayor? La verdadera libertad podría residir no en resistir lo inevitable, sino en aceptarlo con serenidad.
Jorge Gutiérrez Guillén
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