El fin de la globalización tal como la conocemos: ¿Estamos ante una nueva era económica?

Opinión | Dalia Marin

La globalización, motor clave del crecimiento mundial en las últimas décadas, parece estar llegando a un punto de inflexión definitivo. Según la economista Dalia Marin, la combinación de guerras comerciales, incertidumbre geopolítica y avances en automatización está llevando a las empresas a replantearse sus estrategias de producción global, en un proceso que podría transformar las cadenas de valor internacionales como las conocemos.

De la hiperglobalización al estancamiento

Entre 1990 y 2008, el mundo vivió lo que muchos expertos denominaron la era de la hiperglobalización. Durante ese periodo, el comercio internacional creció de forma sostenida, y los países desarrollados triplicaron la compra de insumos a economías emergentes. Sin embargo, la crisis financiera global (CFG) de 2008 marcó un giro radical: desde entonces, el comercio global como porcentaje del PIB dejó de crecer y, a partir de 2011, comenzó incluso a retroceder.

Pero la CFG fue solo el inicio. En la última década, una serie de shocks adicionales —como la crisis de deuda en Europa (2012), el Brexit (2016), las guerras comerciales iniciadas por Donald Trump (2018) y continuadas por Joe Biden, la pandemia (2020) y la invasión rusa a Ucrania (2022)— han incrementado la incertidumbre económica y política mundial.

El auge de la deslocalización y la automatización

Ante este escenario, las empresas prefieren trasladar su producción de regreso a casa o integrarla verticalmente, en lugar de depender de proveedores internacionales. Según Marin, esta tendencia es especialmente marcada en industrias altamente robotizadas, donde la automatización hace rentable fabricar localmente, a pesar del mayor costo laboral.

«Si las empresas temen nuevos aranceles o interrupciones en la cadena de suministro, se preguntarán si sigue teniendo sentido depender de proveedores extranjeros», afirma Marin.

Además, las pequeñas y medianas empresas, que carecen de redes globales sólidas, prefieren integrar procesos productivos internamente antes que arriesgarse a la inestabilidad internacional.

¿Nearshoring o más deslocalización?

A pesar de que algunos gobiernos y analistas promueven estrategias como el nearshoring o el friendshoring (trasladar la producción a países cercanos o aliados), las cifras muestran que las empresas no están siguiendo masivamente este camino.

Casos como el de Alemania, que ha repatriado producción desde Europa del Este, o Estados Unidos, que ha hecho lo mismo desde México, muestran que el retorno de la producción nacional está ligado a la automatización más que a una reconfiguración regional de las cadenas de suministro.

El impacto de Trump y el futuro del comercio global

Con la reelección de Donald Trump en 2024, autoproclamado «el hombre de los aranceles», se espera una nueva escalada en la guerra comercial, lo que podría acelerar aún más la deslocalización. Las recientes amenazas de «aranceles recíprocos» a los principales socios comerciales de Estados Unidos son una señal clara de que las reglas del comercio internacional seguirán cambiando.

¿El fin de la globalización?

La globalización, como proceso de integración económica y productiva, no desaparecerá por completo, advierte Marin. Sin embargo, «nunca volverá a ser la misma». Las cadenas de valor globales se están transformando para adaptarse a un mundo más incierto, y la producción local, asistida por la tecnología, se presenta como la respuesta más viable ante las crecientes tensiones geopolíticas y económicas.

«Puede que la globalización no muera, pero nunca volverá a ser la misma», concluye la economista.

Fuente: El Financiero

Jorge Gutiérrez Guillen

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