¿Hay demasiados bancos en Costa Rica? Seis entidades salen del mercado y crece la preocupación por la sostenibilidad del sistema financiero
Costa Rica enfrenta una transformación silenciosa pero profunda en su sistema financiero. En poco más de un año, seis intermediarios financieros han salido o están por salir del mercado, lo que plantea una pregunta clave: ¿está el país sosteniendo más bancos y cooperativas de los que realmente puede soportar su economía?
Entre 2024 y 2025, Prival Bank, Coopelecheros, Coopeamistad y Scotiabank han anunciado su cierre o venta de operaciones, mientras que Coopeservidores y Desyfin fueron intervenidos y cerrados por inviabilidad financiera. Estas salidas, sumadas a las dificultades que enfrentan otras entidades pequeñas, reabren el debate sobre la cantidad ideal de intermediarios financieros en un mercado limitado en tamaño, pero altamente regulado y competitivo.
Hoy, Costa Rica cuenta con 39 entidades financieras, entre ellas 14 bancos comerciales (pronto 12 con las salidas de Prival y Scotiabank), 18 cooperativas de ahorro y crédito, 4 financieras, 2 mutuales y la Caja de ANDE. Sin embargo, aunque la cifra pueda parecer saludable en términos de variedad, cinco grandes jugadores concentran el 73% de los activos, mientras que las 33 restantes se reparten el modesto 27% restante, muchas de ellas con participaciones inferiores al 1%. Es decir, aunque hay muchos nombres, el peso real del sistema se concentra en pocas manos.
Para Hazel Valverde, superintendente de la SUGEF, la reciente ola de cierres puede reflejar un mercado saturado: «Puede ser que el sistema tenga más entidades de las que aguanta», afirmó. Sin embargo, otros expertos como José Luis Arce, expresidente de Conassif, y Bernardo Alfaro, exjerarca de la SUGEF, consideran que el problema no es tanto el número de participantes, sino las condiciones desiguales de competencia. Según Arce, el mercado financiero costarricense tiene distorsiones estructurales que limitan la capacidad real de competir, como la garantía estatal del 100% de los depósitos en bancos públicos o el peaje bancario que impone costos adicionales a los bancos privados.
El tamaño de las entidades también juega un papel crucial. En un entorno donde los costos regulatorios y las inversiones en tecnología son cada vez más altos, las entidades pequeñas enfrentan enormes retos para sobrevivir. «El tamaño importa en banca», dice Alfaro, y es que competir con los grandes, captar ahorros y ofrecer créditos de forma rentable se vuelve cada vez más complicado. Sergio Ruiz, gerente de Grupo Financiero Prival, coincide en que «los márgenes de intermediación y los costos operativos son el principal reto» para los más pequeños, quienes además deben adaptarse a nuevas regulaciones y afrontar altas inversiones tecnológicas.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) también ha señalado que las reglas actuales distorsionan el mercado costarricense, afectando la competencia y encareciendo el crédito. Según su informe de 2025, se deben corregir las asimetrías del sistema, revisar la garantía estatal, repensar el peaje bancario y garantizar una regulación proporcional que no sacrifique a las entidades más pequeñas.
Sobre el futuro, la mayoría de los expertos consultados coincide en que veremos más consolidaciones, fusiones y ventas. Las entidades pequeñas y medianas tendrán que evaluar si continuar solas o integrarse a grupos más grandes para sobrevivir. Para Valverde, «hay entidades muy pequeñas, difícilmente sostenibles con los retos actuales», y Alfaro añade que las cooperativas centradas en personas y pequeñas empresas «tendrán más incentivos para fusionarse o venderse».
Ahora bien, reducir la cantidad de bancos o cooperativas no necesariamente significa menos competencia. Tanto Valverde como Arce destacan que lo importante no es la cantidad de entidades, sino cómo se comportan en el mercado y bajo qué reglas. «La cantidad no determina la competencia. Competencia es que todos tengan condiciones semejantes para participar», asegura la jerarca de la SUGEF. Por su parte, Arce advierte que la concentración no es peligrosa si está bien regulada y no genera prácticas abusivas: «Puedo ser grande sin afectar al consumidor, siempre que haya control adecuado», afirma.
Al final, la pregunta no debería centrarse únicamente en si tenemos muchas o pocas entidades, sino en si todas tienen las mismas oportunidades de competir y de ofrecer buenos servicios al público. De seguir el camino actual, podríamos terminar con menos intermediarios, pero sin resolver los problemas de fondo que impiden un sistema financiero más eficiente, accesible y competitivo para todos los costarricenses.
¿Y qué pasa con el BCR?
En medio de este panorama de salidas y consolidaciones en el sistema financiero, no se puede ignorar el debate que ha surgido en torno al Banco de Costa Rica (BCR), una de las principales entidades públicas del país. A lo largo de 2024 y 2025, han circulado rumores y discusiones políticas sobre la posible venta del BCR, aunque hasta la fecha no se ha materializado ninguna propuesta concreta. Este debate ha generado posiciones encontradas: mientras algunos sectores argumentan que una venta podría aliviar las finanzas públicas, otros advierten del impacto negativo que tendría para la competencia y la estabilidad del sistema financiero nacional. Al ser uno de los bancos con mayor solidez y participación de mercado, el BCR representa un pilar clave del sistema, por lo que cualquier decisión sobre su futuro debe ser evaluada con profundo análisis técnico y no solo como una medida fiscal de corto plazo. En este contexto, la discusión sobre «cuántos bancos debe tener Costa Rica» también debe considerar el peso y rol estratégico que juegan las entidades públicas como el BCR dentro del equilibrio general del sistema financiero.
Fuente: SUGEF, OCDE, Coopealianza, UNACOM, El Financiero.
Jorge Gutierrez Guillen
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