Resumen de la noticia del Financiero: «¿Prohibir o no a ChatGPT en clases? Opiniones de cinco universidades en Costa Rica»

El uso de herramientas de inteligencia artificial generativa como ChatGPT se ha expandido rápidamente en la educación universitaria de Costa Rica. Según el Financiero, estudiantes, docentes y universidades tienen posturas diversas sobre esta tecnología.

  • Estudiantes: Usan ChatGPT para tareas como redacción de ensayos y creación de proyectos complejos, ahorrando tiempo. Mientras algunos admiten que la herramienta facilita su aprendizaje, otros ven riesgos en la dependencia excesiva.
  • Universidades: Enfoques como el de la UCR y U Latina apuestan por libertad en el uso, mientras que Fidélitas, UIA y Cenfotec supervisan y guían su aplicación para un aprendizaje responsable.
  • Docentes: Algunos consideran que la IA limita el desarrollo de habilidades críticas, mientras que otros creen que el reto está en actualizar los métodos de enseñanza para integrar estas tecnologías.
  • Ética: La preocupación principal radica en el plagio y el uso inapropiado, lo que subraya la importancia de enseñar un uso consciente y ético de la tecnología.

El artículo concluye que la IA no debe ser prohibida, sino aprovechada estratégicamente para enriquecer la educación, señalando que la clave está en la capacitación docente y la adaptación de los sistemas educativos.

Fuente el Financiero


Puntos de vista de autoridades internacionales sobre el uso de IA generativa en educación

  1. Sam Altman (CEO de OpenAI)
    Altman ha señalado que las herramientas de IA como ChatGPT son aún primitivas en comparación con lo que se espera en los próximos años. Enfatiza que la clave no está en prohibirlas, sino en fomentar un uso ético y creativo que impulse la productividad y el aprendizaje.
  2. Andreas Schleicher (Director de Educación de la OCDE)
    Schleicher menciona que la IA tiene el potencial de transformar la educación, pero solo si se utiliza para complementar la enseñanza. Señala que los sistemas educativos deben preparar a los estudiantes para convivir con estas tecnologías y enfocarse en habilidades como el pensamiento crítico y la resolución de problemas.
  3. Sal Khan (Fundador de Khan Academy)
    Khan aboga por integrar IA generativa en las aulas como una herramienta de tutoría personalizada que permita a los estudiantes avanzar a su propio ritmo. Considera que esta tecnología puede nivelar el acceso a recursos educativos de alta calidad, pero advierte sobre el riesgo de un uso irresponsable que fomente la dependencia o la falta de creatividad.
  4. Pedro Domingos (Profesor de Ciencias de la Computación, Universidad de Washington)
    Domingos argumenta que la IA generativa ofrece una oportunidad única para innovar en la educación. Sin embargo, cree que los sistemas educativos tradicionales no están diseñados para adaptarse a la velocidad del cambio tecnológico, lo que exige reformas estructurales urgentes.
  5. Audrey Watters (Crítica y autora especializada en tecnología educativa)
    Watters advierte sobre los riesgos de delegar en la IA tareas fundamentales de aprendizaje, señalando que esto podría deshumanizar la educación. Sugiere un enfoque equilibrado, donde los estudiantes sean capacitados no solo en el uso de estas herramientas, sino también en sus limitaciones éticas y técnicas.
  6. Yuval Noah Harari (Historiador y autor)
    Harari destaca que el uso de IA en educación plantea desafíos éticos y sociales profundos. Cree que es fundamental enseñar a los estudiantes a interpretar la información generada por estas herramientas y desarrollar habilidades únicas que la IA no pueda replicar, como la empatía y la creatividad.

Fuente IA

Opinión Propia:

La Inteligencia Artificial: ¿Amenaza o aliada en nuestra era?

Como ha sucedido a lo largo de la historia, cada gran invención trae consigo una ola de cambios significativos, muchos de ellos positivos, pero también inevitables desafíos. Hoy vivimos una era comparable a otros momentos históricos que marcaron a la humanidad, como la Revolución Industrial o la invención de la bomba atómica. La inteligencia artificial (IA) está transformando rápidamente la manera en que trabajamos, aprendemos y nos relacionamos con el mundo. Si pensamos en la Revolución Industrial, fue un cambio que impulsó el desarrollo económico y tecnológico, llevando a la creación de empleos y mejorando el acceso a bienes. Sin embargo, también trajo consigo explotación laboral, desigualdad social y un impacto ambiental cuyo costo seguimos pagando hoy. De manera similar, la invención de la bomba atómica demostró cómo el progreso científico puede ser un arma de doble filo: por un lado, aceleró el fin de la Segunda Guerra Mundial y abrió camino a avances como la energía nuclear; por otro, trajo consigo una amenaza constante de destrucción masiva y tensiones geopolíticas permanentes. Estas comparaciones no son exageradas. La inteligencia artificial, aunque prometedora, plantea dilemas éticos, sociales y económicos que ya están moldeando nuestra realidad. En un documental escuché una frase que me impactó: “La IA podría extinguir a la raza humana”. Si bien puede sonar alarmista, no es difícil imaginar un escenario en el que, por ejemplo, un ciberataque utilizando IA paralice el flujo de información financiera global, generando un colapso económico de proporciones catastróficas. Por otro lado, la IA está transformando el mercado laboral. Muchas profesiones y carreras universitarias cambiarán drásticamente o incluso desaparecerán, porque las máquinas están aprendiendo solas. Esto no significa que debamos resistirnos a su avance; al contrario, es inevitable. Prohibir la IA sería tan absurdo como haber intentado evitar el uso del automóvil para conservar el caballo como medio de transporte. Habiendo sido docente universitario, veo claro que la clave está en integrar la IA de manera gradual y estratégica. En áreas como la contabilidad, la auditoría y las finanzas, donde desempeño mi labor, la IA puede ser una herramienta invaluable para automatizar procesos. Sin embargo, estas disciplinas requieren un entendimiento lógico profundo, algo que no puede delegarse por completo a una máquina. Los estudiantes deben aprender a pensar críticamente, entender las bases de su campo y utilizar la IA como complemento, no como sustituto. No podemos ignorar que la IA también plantea retos éticos. Su uso debe estar al servicio de la humanidad, guiado por principios sólidos que aseguren su impacto positivo. Carreras enfocadas en la detección y control de riesgos tecnológicos serán cruciales para manejar esta avalancha tecnológica. Estas especialidades permitirán controlar los excesos y garantizar que la IA sea utilizada de forma responsable y estratégica. En última instancia, la IA no es buena ni mala por sí misma. Es una herramienta, y como toda herramienta, depende de cómo decidamos usarla. Si logramos integrarla éticamente en nuestras vidas y procesos, puede ser una aliada poderosa para el progreso. Pero si la dejamos avanzar sin control ni dirección, los riesgos podrían superar los beneficios. Este es el reto de nuestra generación: aprender a convivir con la inteligencia artificial, entender sus límites y posibilidades, y asegurarnos de que su impacto sea positivo para todos. El futuro está en nuestras manos, y la IA será tan beneficiosa o perjudicial como nosotros elijamos que sea.

Jorge Gutiérrez Guillén

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