Un año para el olvido: Intel cierra el 2024 con despidos, pérdidas y caída en ventas
Intel Corp. presentó el 30 de enero sus resultados financieros del 2024, un año marcado por dificultades, despidos masivos y la caída en su valor de mercado. Sin embargo, la compañía ya apunta al 2025 con nuevas estrategias y lanzamientos en un intento por recuperar terreno frente a la competencia.
Un aniversario opacado por la crisis
El 2024 debió ser un año de celebración para Intel, ya que se cumplían 50 años del icónico procesador Intel 8080, que revolucionó el mercado de los microprocesadores y la computación personal. Sin embargo, la conmemoración se vio ensombrecida por la difícil situación financiera de la compañía, el cese de Pat Gelsinger como CEO y su sustitución por dos directores interinos: David Zinsner y Michelle Johnston Holthaus. Además, en noviembre, la firma fue desplazada del índice Dow Jones por Nvidia, la estrella tecnológica del momento.
«Ha sido un año desafiante», reconoció Gelsinger en su despedida. Y The Wall Street Journal no fue menos contundente: «Los problemas de Intel son aún peores de lo que se pensaba».
Principales factores de la caída de Intel
La crisis de Intel en 2024 fue resultado de múltiples factores que afectaron su desempeño financiero y estratégico:
- Fuerte competencia en el sector de semiconductores: Nvidia y AMD tomaron la delantera en el mercado de chips para inteligencia artificial y centros de datos, reduciendo la participación de Intel en segmentos clave.
- Retrasos en el desarrollo y producción de nuevos procesadores: Intel presentó tarde sus procesadores optimizados para IA, lo que limitó su capacidad para competir con soluciones más avanzadas de sus rivales.
- Dependencia en la arquitectura x86: Mientras que la industria migró hacia chips personalizados y arquitecturas ARM, Intel mantuvo su apuesta por x86, perdiendo clientes clave como Amazon, Microsoft y Google.
- Reestructuración y reducción de costos: La compañía implementó recortes agresivos en su planilla y presupuesto operativo, afectando su capacidad de innovación y ejecución de proyectos.
- Caída de la demanda post-pandemia: Tras un auge en la venta de chips en 2020-2021, la demanda se desaceleró, impactando los ingresos de Intel y su margen de ganancia.
Resultados financieros: Números en rojo
Intel cerró el 2024 con caídas significativas en sus ingresos y una alarmante pérdida neta de $18.756 millones, una cifra que contrasta drásticamente con los $1.689 millones de utilidad obtenidos en 2023. Además, sus ventas totales cayeron un 2% respecto al año anterior.
Por segmento de negocio, los centros de datos y productos para redes crecieron un modesto 1%, mientras que la computación para clientes aumentó un 4%. Sin embargo, la unidad de Foundry cayó un 7% y otros segmentos se desplomaron un 32%.
El golpe también se reflejó en el empleo. Durante el 2024, Intel redujo su planilla global en casi 17.000 puestos, superando lo previsto a mediados de año cuando se anunció un recorte de gastos operativos por $10.000 millones. En aquel momento, la valoración bursátil de la compañía cayó un 26%.
El dilema del innovador: ¿Intel llegó tarde a la IA?
En diciembre de 2023, Intel anunció el lanzamiento de procesadores enfocados en potenciar aplicaciones de inteligencia artificial (IA). Pero el movimiento pudo haber llegado demasiado tarde. Nvidia, AMD y otras firmas ya habían tomado la delantera.
El impacto fue claro: AMD superó los ingresos de Intel en chips para centros de datos, y Nvidia consolidó su dominio en el sector de GPU de alta gama, esenciales para el entrenamiento y ejecución de modelos de IA. En este rubro, Intel tiene una participación marginal.
Además, grandes empresas tecnológicas como Amazon, Microsoft y Google han apostado por chips personalizados y arquitecturas alternativas como ARM, dejando de lado la tecnología x86 propietaria de Intel.
Los analistas ya se preguntan si Intel es víctima del «dilema del innovador», donde una empresa líder se resiste a cambiar su modelo de negocio por miedo a afectar sus ingresos tradicionales, solo para ser superada por competidores más ágiles.
Repercusiones en Costa Rica y perspectivas para 2025
La crisis de Intel también tuvo un impacto en Costa Rica, donde la compañía opera centros de investigación y desarrollo, servicios corporativos y fabricación. Aunque no se han confirmado despidos específicos en el país, la incertidumbre global de la empresa ha generado preocupación en el sector tecnológico local. La reducción de costos y la reestructuración a nivel global podrían influir en la estabilidad de la operación costarricense, afectando empleos y exportaciones.
Para el 2025, se prevé que Intel continúe su apuesta por la fabricación avanzada y el desarrollo de nuevos procesadores, lo que podría traducirse en una estabilización de su operación en Costa Rica. Además, el respaldo de la Ley de Chips en EE.UU. podría beneficiar indirectamente a la planta local, impulsando su crecimiento en el mediano plazo.
¿Podrá Intel recuperarse en 2025?
Intel tiene planes para revertir la situación en 2025. La compañía está apostando por alianzas clave y una renovación de su portafolio de productos. Entre sus estrategias destacadas están:
- Acuerdos con Amazon y AMD: Intel fabricará chips personalizados para Amazon con tecnología 18A y colaborará con AMD en el ecosistema x86.
- Lanzamiento de nuevos chips para IA: En el CES 2025, la firma presentó procesadores que prometen mejorar la productividad empresarial, eficiencia energética y rendimiento para cargas de IA.
- Expansión de Intel Foundry: La empresa anunció la producción completa de un diseño basado en Intel 16 en diciembre de 2024, con planes para fabricación en volumen a finales de este año en Irlanda.
- Infraestructura de manufactura: Se instalaron nuevas herramientas de proceso en Arizona para aumentar la producción de Intel 18A en 2025.
- Fondos del gobierno de EE.UU.: Intel recibirá hasta $7.860 millones en financiación directa bajo la Ley de Chips, de los cuales ya obtuvo $2.200 millones en los últimos cinco meses.
«El 2025 será un año de estabilización», afirmó Michelle Johnston Holthaus.
Fuente: El Financiero
Jorge Gutierrez Guillen
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